Web Miss Fantasias

lunes, 21 de septiembre de 2009

Lubricación, Sexo sin Dolor

La falta de lubricación vaginal determina que haya dolor e insatisfacción durante una relación sexual, lo cual puede ocasionar que los encuentros eróticos se conviertan en tormento. Si usted padece esta condición es conveniente que conozca las causas que la originan y cómo puede solucionarla.

Actualmente hablar de sexualidad es algo natural, pero no siempre fue así. En realidad, la ciencia médica se ocupó de este tipo de temas hasta finales del siglo XIX, cuando se publicaron algunos estudios sobre lo que se consideraban aberraciones sexuales, las cuales correspondían a comportamientos que se situaban fuera del marco de la normalidad, esto es, conductas que se apartaban de la realización del acto sexual con fines de reproducción, entre los que se pueden mencionar, por ejemplo, homosexualidad, masturbación, disfunción eréctil y sexualidad en los niños.

Posteriormente, entre 1938 y 1952, el zoólogo Alfred Kinsey elabora un estudio muy extenso sobre la conducta sexual de los ciudadanos estadounidenses, el cual abrió las puertas para la investigación experimental de la respuesta sexual humana. Más adelante, William Masters y Virginia Johnson siguen esta línea y estudian el comportamiento fisiológico y mental de cientos de personas que se sometieron a un estado de excitación en condiciones experimentales, lo que permitió el diseño de modelos terapéuticos para el tratamiento de ciertos fenómenos sexuales no abordados anteriormente.

Uno de estos aspectos fue la lubricación vaginal, a la que describieron como parte de la excitación inicial en la mujer que permite que el pene tenga una penetración más fácil, lo que aumenta la comodidad de ambos participantes durante la relación sexual. Asimismo, establecieron que tal humedecimiento incrementa la sensibilidad de los labios vaginales y hace que las caricias genitales sean más placenteras, enunciados que hoy parecen obvios pero que en su momento fueron novedosos.

Para entender las causas
Fisiológicamente, la excitación femenina es similar a la que ocurre en el proceso de erección de los varones, ya que las arterias ubicadas en el área genital se abren, aumentando el torrente sanguíneo hacia esa parte. Asimismo, a medida que la excitación sexual se desarrolla se activan las glándulas de Bartholin (ubicadas alrededor de la entrada de la vagina), que junto con las glándulas vaginales son las responsables de la lubricación natural femenina.

Ahora bien, se debe tomar en cuenta que el espesor y el olor del lubricante vaginal cambia de una mujer a otra, e incluso puede ser diferente en una misma persona en determinado periodo, ya que en ello influyen factores como las características de su ciclo menstrual, los alimentos que se hayan ingerido recientemente y su estado general de salud.

Asimismo, debe entenderse que una relación sexual está llena de matices y que la presencia de lubricación vaginal no significa que una mujer se encuentre completamente lista para la cópula, ni la ausencia de ella indica que no esté excitada. Algunas féminas requieren el uso de lubricantes para tener una práctica sexual placentera pero, mucho cuidado, pues este tipo de productos deben tener una base de agua y no provenir del petróleo (como vaselina o aceites minerales), ya que éstos podrían adherirse a la mucosa vaginal y con ello favorecer el desarrollo de bacterias; además, pueden provocar infecciones vaginales y hacer que se rompa el preservativo.

A continuación, un panorama más amplio de los factores que influyen en el proceso de lubricación vaginal:

Diferencias individuales. Algunas mujeres producen menos lubricación vaginal que otras y se sienten anormales, pero si esto no es causado por algún desajuste hormonal o alguna enfermedad no hay por qué preocuparse.

Edad. Las hormonas sexuales femeninas (estrógenos) son fundamentales para que la vagina se lubrique adecuadamente. Recuerde que estos agentes disminuyen progresivamente y declinan notablemente hasta que desaparecen por completo en la menopausia (periodo que inicia con la última menstruación), causando sequedad vaginal persistente, lo cual, sin embargo, puede aligerarse con la llamada terapia de reemplazo hormonal.

Ciclo menstrual. La acción de los estrógenos influye también en la cantidad de la lubricación, así como en su viscosidad, lo que explica que dichas secreciones sean diferentes en una misma mujer durante distintos períodos del mes.

Estrés. Todo, desde las dificultades en el trabajo hasta las tensiones en una relación amorosa, puede interferir con la respuesta sexual y, por ende, en una buena lubricación.

Medicamentos y drogas. Se sabe que diversos fármacos, sobre todo algunos antidepresivos, entorpecen la humectación de la zona vaginal; lo mismo ocurre con los antihistamínicos (que combaten alergias), algunas medicinas para el resfriado y otras cuyos efectos secundarios provocan sequedad en la boca. Es importante puntualizar que el alcohol, tabaco y marihuana también se consideran inhibidores de la lubricación; igualmente, algunas mujeres reportan que las pastillas anticonceptivas reducen su capacidad de producir lubricación.

Además de lo anterior, hay que tomar en cuenta que la participación de la pareja es fundamental para que haya adecuada humectación, por lo que el varón deberá comprender que los tiempos de excitación son diferentes entre uno y otro género, que la mujer requiere de juego erótico previo a la penetración y que lo mejor, al momento de acariciar sus genitales o practicar sexo oral, será iniciar con suavidad y seguir el ritmo que ella marque.

Por último, hay que tener presente que muchas mujeres que producen buena cantidad de lubricación empiezan a sentirse secas si el preámbulo sexual, o bien, el acto mismo, dura más allá de lo normal.

Lubricantes al rescate

Muchas parejas dudan que los lubricantes comerciales puedan mejorar su actividad sexual, y hay quienes consideran que no son válidos pues, dicen, es una manera artificial de estimular a su compañera. Le invitamos a que siga con atención el siguiente experimento:

Cierre su boca y seque sus labios. Deslice con suavidad un dedo sobre ellos y perciba cómo se siente. Ahora, humedézcalos y repita la operación, es decir, pase su dedo sobre los labios y registre la sensación que le produce.

¿Cuál de las dos caricias se sintió más sensual? Si fue la de los labios húmedos, entenderá entonces la manera en que los lubricantes sexuales pueden ayudarle a disfrutar más placer en el acto amoroso, especialmente si la mujer no produce suficiente lubricación natural.

Como es evidente, en este ejemplo se utilizó el lubricante más popular del mundo: la saliva, sustancia que es considerada sumamente efectiva, disponible en todo momento y, además, gratuita. Sin embargo, tiene algunos inconvenientes, ya que contiene microorganismos que pueden ser dañinos, no es tan resbalosa como un lubricante comercial y se seca rápidamente.

Base de agua
Para la mayoría de las parejas, los lubricantes a base de agua son la mejor opción pues se eliminan fácilmente después del coito, no manchan las sábanas y son seguros si se usan con condón o preservativo. Sin embargo, los productos fuertemente perfumados o con sabor añadido pueden irritar vagina o pene.

Los lubricantes a base de agua proclaman no tener sabor, pero eso no es completamente cierto. Uno de sus componentes, la glicerina, tiene sabor ligeramente dulce; el extracto de toronja que se utiliza en muchos de ellos tiene sabor ligeramente agrio, y algunos contienen el espermicida nonoxynol-9, el cual sabe a jabón y medicina, lo cual puede adormecer la lengua temporalmente.

Es interesante saber que durante un acto sexual de duración inusualmente larga, los lubricantes a base de agua pueden secarse. Si esto ocurre, puede aplicar un poco más o reactivar sus propiedades con un poco de agua.

Base de aceite
Los lubricantes a base de aceite incluyen grasas vegetales (de oliva, maíz, etcétera), mantequilla y sustancias derivadas de cacahuates, nueces o aguacate, por ejemplo. Los expertos aseveran que son seguros para usarse dentro de la vagina, aunque pueden manchar ropa, sábanas y almohadas; asimismo, comparados con los lubricantes a base de agua, son más difíciles de eliminar, por lo cual habrá que utilizar jabón. Sin embargo, este tipo de lubricantes tiene un gran inconveniente: existe riesgo de dañar los anticonceptivos de látex, como condón o diafragma.

Base de petróleo
Hechos de gelatina de petróleo, aceite mineral o petrolato, estos lubricantes incluyen productos con vaselina y aceites de bebé. Son difíciles de retirar y no deben ser usados dentro de la vagina, ya que pueden irritar la membrana que la cubre y cambiar la química natural de la región genital, aumentando con ello el riesgo de padecer alguna infección.

Este tipo de lubricantes no deben usarse en combinación con condones o diafragmas, pues la destrucción del látex es asombrosamente rápida, lo que significa que las perforaciones microscópicas que se originan son lo suficientemente grandes para que el esperma o los organismos de una enfermedad sexualmente transmisible pasen a través de los mismos.

Relaciones anales
Aunque mucha gente las considera impropias o antinaturales, las relaciones anales son parte de la vida de sexual de gran cantidad de parejas en todo el mundo, sean éstas homosexuales o heterosexuales.

Por ello, es conveniente apuntar que, a diferencia de la vagina, el recto no se autolubrica tras la excitación, por lo que en este tipo de práctica deberá utilizarse un lubricante con base acuosa (recuerde que vaselina y aceites pueden perjudicar al látex del preservativo), no irritante que facilite la penetración, producto que debe colocarse tanto en pene o dedo como en ano receptor.

Así, mientras algunos escépticos consideran que el tiempo que se utiliza en aplicar el lubricante significa incómoda interrupción, otros creen que este breve momento es una pausa necesaria que enriquece aún más la relación sexual.
Por Fernando González